domingo, 31 de octubre de 2010

Casos documentados de Vampirismo




Historias y leyendas sobre vampiros son contadas por miles a través de los tiempos. Algunas tal vez inventadas, otras investigadas y descartadas como reales, pero sin embargo cientos de ellas tal y como se produjeron y desarrollaron fue imposible no darlas por veraces, hasta tal punto que el mas escéptico de los testigos que fueron protagonistas de algunas de ellas, después de haber visto con sus propios ojos lo que antes daba por superchería,  atestiguo y confirmó como real. 

A continuación, les pasaré a detallar algunos de estos casos constatados y documentados de vampirismo originados en distintos países.
Retrocediendo en el tiempo ochocientos años, en 1190, Walter Map, historiador medieval inglés, estudió en la Universidad de París, aparentemente en torno al año 1160 cuando allí enseñaba Gerard la Pucelle.
Había conocido a Thomas Becket antes de 1162. Como cortesano del rey Enrique II de Inglaterra, fue enviado a misiones ante las cortes de Luis VII de Francia y al papa Alejandro III, probablemente en relación con el Tercer Concilio Lateranense en 1179 y que saliera al encuentro de una delegación de Valdenses. En este viaje permaneció con Enrique I de Champaña, que por entonces iba a emprender su último viaje al Este.
Walter Map más tarde, fue "precentor" de Lincoln (Inglaterra), canon de San Pablo, y en 1196 archidiácono de Oxford.
Walter Map escribe “De Nagis Curialium”, donde escribe hechos ocurridos por ataques vampíricos en Inglaterra.
También recoge casos de ataques por estos seres en Inglaterra William de Newburgh en sus Chronicles, en 1196.
Tanto en Inglaterra como en el resto del mundo, existen historiadores e investigadores que dan cuenta de una interminable lista de casos constatados a través de los años hasta llegar a nuestros dias.
En 1746, el monje francés dom Calmet, una de las primeras autoridades en vampirismo, trató de mantener una actitud objetiva en su búsqueda de la verdad. Esta verdad no siempre resultaba fácil de discernir bajo el peso de numerosas supersticiones y de unos relatos más que confusos por parte de los testigos. 


dom Calmet, experto vampirólogo del siglo XVIII

No obstante, se vio obligado a admitir:
Los muertos vuelven desde sus tumbas. Se les oye hablar, caminan y atacan a hombres y animales cuya sangre arrebatan, haciéndoles enfermar y causando finalmente su muerte. La gente no puede librarse de ellos hasta que exhuman sus cadáveres y atraviesan sus cuerpos con una estaca bien aguzada, o les cortan la cabeza, les arrancan el corazón, o queman los cadáveres hasta reducirlos a ceniza. Parece imposible no suscribir que estas apariciones proceden en realidad de sus tumbas.
El gran filósofo francés Jean Jacques Rousseau , también en ese tiempo fue mucho más allá al afirmar lo siguiente:
«Si hubo alguna vez en el mundo un hecho garantizado y probado, es el de los vampiros. No falta nada: informes oficiales, testimonios de personas de alta categoría, de cirujanos, de religiosos y de jueces. Las pruebas judiciales son abrumadoras.»


                               Jean-Jacques Rousseau (1712 – 1778) Gran Filosofo del siglo XVIII

Alrededor del año 1725 otro caso preocupante ocurrió en Hungría:
La gente era atacada por la noche en circunstancias misteriosas. Esto ocurrió a lo largo de varios años. Muchos ataques ocurrieron en las proximidades del cementerio donde Huebner uno de los lugareños había sido enterrado.
La persona que atacaba tanto a personas como animales, poseía una extraordinaria fuerza, pues los animales habían sido brutalmente asesinados.
Huebner en vida había sido un hombre de talla gigante, poseedor de una gran fuerza física, y esto inquietó mucho a todo el distrito, concluyendo el comisionado tras una investigación que el cuerpo de Huebner fuera desenterrado, y al hacerlo encontraron algo realmente terrorífico, el cuerpo de Huebner ostentaba todas las señales clásicas del “no-muerto", así que le clavaron una estaca y quemaron los cadáveres que le rodeaban.
En el año 1725, se constato la aparición de vampiros en la villa serbia de Kisilevo, donde fallecieron 10 personas en 10 dias, habiendo declarado antes de morir que durante el sueño se les aparecía una persona ya muerta que trataba de sofocarlos. La exhumación de los cadáveres permitió catalogarlos de vampiros por sus características. El acusado esta vez fue Plogojowitz.
Este acontecimiento fue motivo de una investigación oficial y a partir de la difusión de sus sensacionales constataciones, se comenzó a discutir sobre vampiros en Europa. Pero lo que definitivamente convirtió al vampiro en un nombre y en un concepto de conocimiento popular en toda Europa fueron los hechos ocurridos en Medvedja en el invierno de 1731-1732.
La magnitud de estos sucesos obligo a las autoridades a promover una investigación oficial sobre lo acontecido, dando lugar al documento conocido como Visum et Repertum (Visto y Descubierto). El Glaneur Historique del 3 de Marzo de 1732, reproduce el relato oficial junto con comentarios sobre los hechos.
Comienza el relato por reconocer que aquellas gentes que habitan entre el río Teysse y Transilvania " afirman que ciertos muertos que ellos llaman vampiros, “succionan toda la sangre de los vivos y que mientras estos se extenúan a ojos vista, los cadáveres como sanguijuelas se llenan de sangre en tal abundancia que se ve salir por sus bocas".
Seguidamente cuenta los sucesos allí acaecidos y que se iniciaron 5 años antes.
Este es el caso de un hombre sencillo llamado Arnod Paole,  un soldado Serbio que vivió a principios del siglo XVIII.
Paole sostenía que mientras estuvo destinado en Gosswa, fue atacado por un vampiro. La gente de esa zona creía que la única manera de librarse de la influencia vampírica era comer algo de tierra de su tumba y rociarse de la sangre del vampiro. Paole sostenía haber practicado el rito.
Aparentemente el método debió funcionar y Paole pudo regresar a su hogar en 1727, pero al poco tiempo murió al ser aplastado por un carro cargado de heno. El acta de este caso fue redactado por un oficial de justicia.
Un mes después de su muerte los vecinos comenzaron a denunciar que el muerto se les aparecía por la noches, y que ya había matado a cuatro campesinos.
En presencia de su Hadnak (policía), los vecinos cavaron la tumba de Paole cuarenta días después de su muerte y lo encontraron completo, y con una frescura que parecía estar dormido. En la camisa como en su cara se encontró sangre fresca, así como en el interior de su ataúd. Las uñas, el cabello y la barba estaban renovados y estaba lleno de sangre fluida que le corría por todas las partes del cuerpo. Como Paole mostraba las señales típicas del vampiro, los aldeanos le clavaron una estaca en el pecho, ante lo cual dio un audible grito y sangró profundamente, seguidamente quemaron su cuerpo."
Los prevenidos aldeanos excavaron las tumbas de los cuatros campesinos supuestamente asesinados por Paole, y también realizaron el mismo acto, ante el temor de que ellas hiciesen morir a otras a su vez.
Pero el impresionante documento relata que la pequeña aldea no se salvó de la epidemia, ya que "el vampiro no solo ataca al humano, sino también bebe la sangre de los animales que, al ser comidos por los hombres, los enferma."
Asi que a pesar de ello no se logro impedir que "hacia finales de ese año, estos funestos prodigios hubiesen recomenzado". En el espacio de 3 meses, el acta recoge como 17 personas de diferente sexo y edad, murieron de vampirismo; algunas sin estar enfermas, otras después de languidecer dos o tres días.
Una de las victimas, llamada Stanoika, se había despertado asustada una noche, poco antes de morir, relatando como un vecino (fallecido 9 semanas antes) había intentado estrangularla mientras ella dormía. Este hecho permitió reconocerla como un vampiro y así se comprobó después de la exhumación de su cadáver, en el que además de los signos habituales de vampirismo, se comprobó que había en el lado derecho, debajo de la oreja, una señal rojo-azulada de la longitud de un dedo.
Los principales del lugar, los médicos y los cirujanos, examinaron como el vampirismo había podido renacer, y descubrieron después de bastantes pesquisas que el difunto Arnold-Paule no solamente había succionado a las 4 personas de las que ya se hablo, sino tambien a varios animales, de los cuales habían comido los “nuevos vampiros". Por ello se tomo la resolución de desenterrar a todos los fallecidos desde hacia algún tiempo y entre una cuarentena se encontró a diecisiete fallecidos más con los signos mas evidentes de vampirismo, tras lo cual se obro en consecuencia. Los aldeanos tuvieron que desenterrar a cada uno de ellos y realizar el ritual de la estaca y el fuego.
Todas las ejecuciones fueron hechas jurídicamente, en buena forma y atestadas por varios oficiales de guarnición en ese país, por los cirujanos mayores de los regimientos y por los principales habitantes del lugar.
El proceso verbal fue enviado a Viena, al consejo de guerra imperial, quien estableció una comisión militar para examinar la verdad de todos los hechos". El documento esta firmado por el lugarteniente y el cirujano mayor de un regimiento y por otros tres cirujanos militares. El artículo periodístico acaba solicitando de los médicos que arrojan un poco de sus luces sobre este nuevo prodigio de la naturaleza.
Ante la incredulidad de sus lectores, este periódico prometió ofrecer la versión de algunos médicos hábiles en un artículo posterior:
"Se llama vampiros a ciertos cadáveres que tienen la facultad de chupar la sangre a los vivos y de hacerlos morir poco a poco de forma muy dolorosa, de tal forma que a medida que adelgazan y se agotan, los cuerpos muertos engordan en sus tumbas y se llenan de sangre. Su piel se renueva, las uñas los cabellos y la barba les crecen. Se añade también, que no hay otra forma de liberar a las personas que se sienten así cruelmente atormentadas, que no sea la de ir a desenterrar a los cadáveres y clavarles una estaca en el corazón, lo que les hace soltar un gran grito. Cortarles la cabeza, quemarlos y tirar sus cenizas al viento o al río".
El autor del artículo, opina que esa pretendida succión es un mal contagioso más o menos de la misma naturaleza que la mordedura de un perro rabioso. "Nos inclinamos a creer que el veneno comunicado por un perro rabioso, por un vampiro, por una tarántula, ese mismo que produce el amor extremo o cualquier otra pasión violenta, no es sino un "gusano" que se alimenta de la mas pura sustancia del hombre, un gusano que roe constantemente el corazón, que pone todo en combustión en el cuerpo en el que se adentro y que no abandona a su presa ni en la tumba". Explica por fenómenos naturales la fluidez sanguínea del cadáver y el grito que emite al clavarle la estaca y concluye afirmando que "existen pueblos atascados que mueren de un mal llamado vampirismo".
En febrero de 1694, Mercure Galant vuelve de nuevo sobre el mismo tema:
Comienza el articulo por reproducir el relato aparecido en sus mismas paginas en mayo de 1663 y por reconocer que su contenido procedía de una carta del Sr. Desnoyers (primer secretario de la reina de Polonia) y que estaba avalado por rectos sacerdotes.
Posteriormente asegura que no hay razón para dudar de tales hechos porque se trata de algo conocido en Polonia y sobre todo en Rusia, tanto por la gente vulgar como por la gente inteligente.
Comenta más adelante lo difícil que resulta creer ("si no obligase el respeto") algunas historias de las escrituras como el paso del mar rojo por Moisés o la expulsión del Demonio del cuerpo de un poseído y su envío a una manada de cerdos, por obra de Jesucristo. Por ello piensan que puede entrar sin temor en la búsqueda de las principales causas de los efectos extraordinarios que los Stryges hacen en Rusia y examinar si esta enfermedad es particular del país, es una posesión, es una obsesión del Demonio o una vejación de algún otro espíritu sea cual sea.
En el reportaje se asegura que los médicos quieren atribuir esta suerte de sufrimientos a la melancolía exclusivamente, hecho que critican dado el escaso éxito que han tenido en el tratamiento de algunos casos de posesión, en los que solo cedieron con exorcismos y remedios espirituales de la iglesia.
Otra calamidad achacada a los vampiros es la narrada por un hombre de leyes, Carlos Ferdinand de Schertz en 1706, en una pequeña obra titulada Magia Posthuma y publicada en Olmutz (Moravia):
En una cierta aldea una mujer murió recientemente sin haber recibido los últimos sacramentos y fue enterrada de la forma usual en el cementerio.
Cuatro días después de su muerte los habitantes de la aldea oyeron un extraordinario ruido y se levanto una terrible tormenta, cuando vieron un fantasma que se aparecía a algunas personas en forma de perro, a otras en forma de hombre flaco y espantoso y que fue visto no solo por un individuo sino por muchos y que causo a la gente la mayor alarma y tormento por asaltarla fieramente, agarrándola por la garganta hasta ser casi sofocada, dejándola completamente sin fuerzas, siendo reducida a una debilidad extrema y todo el mundo notaba lo pálida, atenuada y enferma que aparentaba. El fantasma incluso ataco animales y las vacas eran encontradas medio muertas exactamente como si hubieran sido severamente golpeadas. Estas pobres bestias con su triste mugido mostraban los dolores que aquejaban. Los caballos se sobreponían con dificultad, sudando y temblando, acalorándose, sin aliento, cubiertos de espuma , como si hubieran sido conducidos a galope a lo largo de un largo y tortuoso camino. Estos trastornos persistieron durante muchos meses...
Admitiendo que estos trastornos, estos ruidos, estas molestias realmente emanaban de la persona que era sospechosa de ser su causa, él pregunto si su cuerpo debía ser quemado, como es costumbre en el caso de los cuerpos de otras apariciones que vuelven de la tumba y causan daños a los vivos.
Él cita varios ejemplos de acontecimientos similares, encontrando en alguno de los cadáveres sus labios rojos con largos dientes blancos mientras chorros de sangre roja templada brotaban en todas direcciones. En todos los casos cuando exhumaban el cuerpo del vampiro, este aparecía como si estuviera vivo. Estos espectros según observa, infestan particularmente los distritos montañosos de Silesia y Moravia, particularmente la cordillera de los Cárpatos. No solo aparecen durante la noche sino también durante el día.
Hay muchos casos recogidos en los que los espectros son particularmente malignos, habiendo atacado realmente a personas vivas y pretendiendo estrangularlas.
A partir del siglo XVII, la prensa europea se empezó a hacer eco de extraños sucesos que estaban ocurriendo en países de la Europa Oriental.
El Mercure Galant, periódico editado en Paris, ofrece en Mayo de 1663 la siguiente noticia:
"Ustedes habrán podido oír hablar ya de una cosa realmente extraordinaria que se encuentra en Polonia y sobre todo en Rusia. Se trata de cuerpos muertos que se llaman en latín Striges y en la lengua del país Upierz,  que tienen el cierto rumor por ciertas personas sabias que aseguran que estos seres se alimentan de la sangre de las gentes del lugar. Esta sangre se encuentra con el tiempo en tal abundancia en el cadáver, que sale por su boca”.
El relato explica posteriormente como el cadáver atormenta por la noche a las personas hasta que adelgazan y se van "muriendo una detrás de otra". Añade así mismo que el remedio para librarse de estos males consiste en cortar la cabeza y abrir el corazón de estos cadáveres y comer pan hecho con su sangre (que "sale en gran cantidad"). Finalmente asegura el reportaje que tales "prodigios" son comunes en Rusia y que “sacerdotes dignos de fé, han presenciado esa suerte de ejecuciones y atestiguan la verdad de todo lo dicho".
Al año siguiente (enero de 1664) aparece nuevamente el tema en el Mercure Galant en una larga disertación firmada por Marigner, Señor de Plessis y abogado en el parlamento de Paris, quien mantiene correspondencia con el Primer Secretario de la Reina de Polonia:
Tras asegurar que los demonios y las almas de los condenados causan los terremotos y las tempestades, afirma que también las almas de los condenados al Purgatorio, "como los crueles Stryges de Rusia", pueden causar algún desorden. El autor aclara que esta suerte de espíritus vagabundos no son personas vivas, si bien conservan sus malas inclinaciones después de la muerte. Compara el fenómeno con lo que ocurre con ciertas personas que pierden en vida el uso del sentido común, como ocurrió con Nabuconodosor que, tras perder toda su potencia intelectiva, creía haberse convertido en buey y realizaba todas las acciones de los animales. Seguidamente comenta sobre otras metamorfosis como la de brujos o magos que pasan a los espíritus malignos y hombres lobo y se transforman en bueyes que recibiendo órdenes del demonio, causan maleficios a los hombres, al ganado y a los frutos. Por ultimo comenta el caso de un hombre mordido por un perro rabioso "cuya baba, por su veneno, había herido la imaginación de aquel hombre", quien se comportaba de forma parecida al perro. Y tras presentar ejemplos y comparaciones de diversa índole, concluye con cierta ambigüedad que "las causas de la metamorfosis y cambios, se deben atribuir a cosas naturales o contranaturales, pero corporales y no a milagros y efectos sobrenaturales, ni a la ciencia y poder del demonio"
En 1725, en la aldea de Kisilova, en el distrito de Rahm (hoy Slavia), los oficiales prusianos tuvieron que controlar un disturbio. La pequeña villa estaba alborotada por una racha de muertes misteriosas. Diez vecinos habían fallecido en apenas dos semanas tras sufrir breves enfermedades de 24 h.
Nueve de los muertos juraron en su agonía que habían sido visitados por la primera víctima, Peter Plogojowitz, un campesino bien conocido en la región. Su propia viuda relató que pocos días después de ser sepultado, Peter volvió a la casa una noche y exigió sus zapatos. Todos los testimonios coincidían en que el difunto tenia su cuerpo y cara sin descomponer, con las uñas y barbas aún creciendo".
Los minuciosos oficiales prusianos, labraron un acta con lo que los descontrolados campesinos decían:
“Al desenterrar al sujeto Peter Plogojowitz, no se percibió ni el mínimo olor que anuncia la muerte y el cuerpo, Excepto porque su nariz estaba algo caída, no mostraba decadencia alguna. La piel se había caído y por atrás crecía una nueva. No sin asombro vi sangre fresca en su boca, sin duda de sus víctimas".
El notario, acompañado de un pope ortodoxo, testificó el tratamiento que los campesinos dieron al cuerpo de Plogojowitz.
Con gran celeridad afilaron una estaca y se la pusieron en el corazón del que surgió abundante sangre fresca, así como de sus oídos y de su boca, mientras el cuerpo se sacudía y movía. Luego lo quemaron hasta reducirlo a cenizas.
En 1979 el diario “El Tiempo” de Colombia informó sobre una banda de vampiros que aterrorizó la zona cafetalera al occidente del país.
La primera víctima fue un residente de la población de Santa Rosa de Cabal al que le extrajeron el 70% de la sangre, según informó la policía.
La segunda víctima fue el obrero Dimas Hurtado quien fue atacado cerca del cementerio de Armenia, capital del departamento de Quindío. Dos individuos le redujeron y lo llevaron a una bóveda en demolición y le extrajeron dos litros de sangre. Hurtado, semiinconsciente logró salir de la bóveda para pedir ayuda y fue hospitalizado.
Pocas horas después una mujer informó haber sido atacada por una mujer negra corpulenta, que le mordió el brazo con el ánimo de chuparle la sangre, y esta le arrancó un pedazo de carne.
La misma pareja que había atacado a Hurtado logró extraerle la sangre a otra mujer la cual no pudo ser identificada tras su muerte.
Jaime Peralta Figueroa, secretario de gobierno de Armenia, admitió que esos ataques “habían creado una situación verdaderamente alarmante”.
En Bulgaria, Ava Jasevic, una atractiva jovencita, fue atacada por un vampiro después de salir de una fiesta. Escuchó unos ruidos extraños provenientes de detrás de los árboles del parque por el que caminaba.
Miré hacia atrás para ver quien era, pero antes de que pudiera reaccionar, un hombre me golpeó, me rompió la blusa y mordió en el cuello; luego comenzó a succionar ávidamente. Era muy fuerte y logró sujetarme de los brazos de manera que no pude moverme. Estaba tan asustada que lo único que hice fue ponerme a llorar. Esta terrible experiencia duró como unos diez minutos, luego el hombre corrió perdiéndose en la noche”.
Fue entonces cuando la joven gritó histérica pidiendo ayuda. Cuando llegaron algunos vecinos, Ava se desmayó.
En España, en la región catalana del Alto Ampurdán (Gerona), se originó en el siglo XII una leyenda ya en nuestros días un poco olvidada, pero que quizá sea la más importante sobre vampiros en la península Ibérica, y es la del Conde Gifred Estruch, Estruc o Estruga, un anciano caballero feudal enviado al lugar por el rey Alfonso II de Aragón. Defensor de la cristiandad que vivió en el Castillo de Llers, destruido durante la guerra civil española.
El conde, tras ser misteriosamente asesinado en 1173, se convirtió en un ser endemoniado que chupaba la sangre de los habitantes de sus dominios, y seducía a jóvenes dejándolas embarazadas.
Al final del embarazo, esas mujeres daban a luz engendros monstruosos que morían al poco de nacer.
Este horror pervivió durante mucho tiempo hasta que el monstruo luchó y fue muerto por una anciana monja. Otros dicen que quien acabó con el monstruo fue un ermitaño de origen judío que le hizo descansar con un sortilegio ancestral relacionado con los rituales de la cábala.
Igualmente en una población catalana de la provincia de Tarragona, llamada Pratdip (nombre que en catalán significa “Prado del vampiro”), existe una leyenda real de vampirismo, la de los “Dips”, unos perros vampíricos que asolaron la comarca.
Por los alrededores de este bello pueblo del Baix Camp, merodeaban unos perros oscuros y amenazadores que atemorizaban a los viajantes y a los trasnochadores de porrón y taberna.
En el retablo de Santa Marina de 1602 ya aparecían esos diabólicos canes y también en el de 1730 con un fondo dorado.
En el escudo de la villa aparecen con una pierna levantada y la cola alzada con boca abierta y lengua colgante mostrando una expresión feroz.
Esos canes del averno sembraron el terror en los animales y lugareños de la zona a los que atacaban, asesinaban y bebían su sangre. Presentían su presencia demoníaca a través de unos ojos terroríficos que por los caminos brillaban en la negra noche.
En la entrada del pueblo, en la actualidad, aparece la imagen de un perro más amable, de la que aquellos endiablados canes tenían en realidad, fruto de algún hecho difícil de explicar.

  
En Pratdip a inicios del siglo XIX, en plena Primera Guerra Carlista vivía otro señor feudal, Onofre de Dip, de lo que hoy en día solo quedan las ruinas del castillo que fue su morada.
Fue embajador de Jaime I el Conquistador, que 700 años antes había ido a los Cárpatos en misión diplomática y allí había sido atacado por una noble vampira, quedando convertido en uno de estos seres de la noche.
Otro vampiro en Cataluña, también en el Ampurdán, es el caso de Ugarés. Fue un hombre que vivió en un megalito y que fue poseído por espíritus malignos por extraños personajes venidos desde el Mar Caspio.
Se dice que murió en el siglo X en una batalla, en la que sufrió un ataque de posesión que descargó contra sus enemigos. Luego en el siglo XV se construyó un castillo donde había sido enterrado, justo en el megalito en donde vivió. Durante las obras y luego ya construido hubo toda clase de desgracias, como enfermedades plagas y muertes extrañas. El que rigió el castillo también ha pasado a la historia con el nombre de Ugarés y se dedicó a realizar todo tipo de tropelías como asesinar niños y luego beberse la sangre de estos y comerse sus cuerpos (decían que le había poseído el espíritu del antiguo Ugarés).
Todos los habitantes de la villa decían que nunca envejecía y que adivinaba el futuro. En 1427 hubo un terremoto en la zona y todos creyeron que Ugarés había muerto, pero en 1483 aparecieron de nuevo las epidemias y las desapariciones de personas y durante siglos la leyenda de los Ugarés pervivió.

En los viejos folios históricos que sobrevivieron a tantas guerras y revoluciones, se guardan en páginas amarillentas relatos similares ocurridos en Grecia, Italia, España, Francia y todos los países del este europeo. Esas páginas cuentan la lucha de párrocos que hasta recurrieron a reliquias milagreras para detener a seres que una y otra vez, son llamados "hijos de la noche".
Como estas hay muchas mas historias en nuestro país. Unas constatadas y otras de no tanta credibilidad, como la del caso del Vampiro de Borox y la historia del viaje del ataúd maldito. Un presunto vampiro que llegó a España en plena Primera Guerra Mundial sembrando de cadáveres su recorrido desde Cartagena en el Mediterráneo, a La Coruña en el Atlántico.
Esta historia fue investigada desde 1993 a 2005 por Jord Ardanuy, Martí Flò y Valentí Ferran, los cuales acreditaron varias incloncuencias que hicieron un tanto inverosímiles estos hechos y la credibilidad de la historia, ya que en sus investigaciones descubrieron que el ataud tanto pudo volver de nuevo a su punto de origen en Cartagena, como igualmente pudo embarcar rumbo a Inglaterra en el navio mercante de vapor “Príncipe de Viana”, donde ya se le perdio su pista.
Estos investigadores apuntan a que todo podria ser solo una retorcida historia, meramente literària.

 (Primera página del artículo en la desaparecida revista de ocultismo y paraciencias “Karma 7”)

Aún así, toda esta información hoy en día está al alcance de cualquier persona que posea simplemente conexión a internet y quiera dedicar algo de su tiempo a confirmarla.







"Cuando has eliminado lo imposible, lo que queda, por muy imposible que parezca, tiene que ser la verdad"    

            ( Firma original)  Sir Arthur Ignatius Conan Doyle 1859 - 1930)

1 comentario:

  1. hay veces que no se quiere ver lo que se tiene delante de las narices, o mejor dicho, no hay mayor ciego que el que no quiere ver......

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